LOS SECRETOS DE INTERNET PROFUNDA

LOS SECRETOS DE INTERNET PROFUNDA

Más del 85% del contenido de la Red de Redes se encuentra oculto a los ojos del mundo. Sólo un reducido número de internautas tienen acceso a esta Internet paralela, donde cada día tienen lugar millones de transacciones al margen de la ley: tráfico de drogas, pornografía infantil, la contratación de asesinos a sueldo, operaciones de espionaje, compra-venta de material nuclear, lavado de dinero, etc. Sorprendentemente, este peligroso sistema de navegación encriptada nació gracias a la financiación y amparo del Gobierno estadounidense. Bienvenidos a las cloacas de la Red…
La creencia más extendida entre la sociedad de «nativos digitales» es que si un contenido no se refleja en las páginas de una búsqueda de Google, no existe. A diario, el popular buscador recibe varios miles de millones de solicitudes de rastreo en la web, y ofrece una cantidad aún mayor de resultados basados en coincidencias más o menos acertadas, pero en todo caso instantáneas.
De ahí que esta idea haya arraigado de una forma tan contundente entre la práctica totalidad de usuarios de la Red de Redes. Tendemos a pensar que todo está a nuestro alcance, que nada escapa a nuestro control cuando nos sentamos frente a una pantalla de ordenador. Que cualquier contenido imaginable, de existir, acabará presentándose ante nuestros ojos si encadenamos la sucesión correcta de clics o introducimos los términos de búsqueda necesarios. Sin embargo, hay una cara oculta de la Red denominada Deep Web o Internet Profunda, totalmente desconocida para la inmensa mayoría de los internautas.

¿QUÉ SE ESCONDE AL OTRO LADO?
La Deep Web, Internet Profunda, Invisible Web, Deepnet o Dark Web no es más que el fragmento del ciberespacio en el que duermen todos aquellos contenidos que no podemos localizar a través de los motores de búsqueda tradicionales. En principio, semeja que se trata de una porción menor, sin embargo se calcula que alrededor de un 85% del material de Internet se encuentra alojado en ese limbo cibernético que desconocen la mayoría de internautas.
Tal vez la metáfora más acertada de cuantas se suelen utilizar para definir la Deep Web sea la de un enorme iceberg. Supongamos que queremos alcanzar la porción de hielo que se encuentra a ras de la superficie del mar. Con un traje de neopreno y, a lo sumo, unas aletas podríamos llegar sin dificultad. Ahora bien, como ya sabemos, la mayor parte del hielo en estas formaciones se encuentra bajo el agua, de tal modo que, si pretendemos examinar el fragmento sumergido, deberemos bucear con un equipamiento más sofisticado. Es posible que necesitemos recurrir a un traje especial, un suplemento de oxígeno y, en definitiva, a un equipo bastante más completo, por no mencionar que obligatoriamente tendremos que hacer frente a algunos riesgos adicionales. Peligros que van más allá de una simple hipotermia.
Un buen ejemplo de ello es el sitio web Silk Road, clausurado el 2 de octubre de 2013 por el FBI y puesto de nuevo en funcionamiento un mes más tarde por desarrolladores desconocidos. En este portal, que se convirtió desde 2011 en un verdadero supermercado de la droga, es posible adquirir desde heroína, LSD, cocaína o cannabis hasta setas alucinógenas y todo tipo de sustancias prohibidas en la mayoría de países del mundo. Su cierre, tras una operación especial de las fuerzas federales estadounidenses, sólo sirvió para que otras páginas similares, como SheepMarket, Pandora Open Market o The Black Market Reloaded, ganaran popularidad entre los «buceadores» de la Deep Web.

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